Estoy de acuerdo en que es un gesto mágico, reconciliador y reparador.
Tanto en lo profesional como en lo personal, pedir perdón es un gesto mágico, reconciliador y reparador. Todas las disculpas, desde las más pequeñas, hasta el perdón del presidente Lincoln al pueblo por la esclavitud en Estados Unidos, merecen ser consideradas como una actitud mágica.
Si consideramos de forma adecuada el poder de la disculpa veremos que, en términos de negocios, el pedir perdón puede ser una estrategia inigualable. Entre todas las cosas importantes que se pueden utilizar como herramienta, no hay ninguna que tenga la fuerza de la disculpa.
«Pido disculpas», «lo siento», «es mi culpa», «me siento responsable de esto». «Sí, tal vez hubo otros factores, pero yo tuve mucho que ver con este problema».
Estas palabras mágicas refuerzan las relaciones. Aclarar un problema, resolver un malentendido… Todo impulsa hacia adelante la relación.
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